Hace un par de semanas ocurrió algo que me llenó de sentimientos contradictorios: euforia, porque sucedió, y mala hostia, porque sucedió tarde y en la cama. Me refiero a la muerte de una de las personas más negras de la ya de por sí oscura historia de este país, de sus políticos y de sus figuras de relieve: Jesús Gil y Gil.
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el amigo dilettante, como siempre, lo borda.
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pipodols
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