Don Manuel me convirtió en antifranquista a los 12 años al prohibir los cómics de Bruce Wayne
Ya sé que no es bonito hacer leña del árbol caído y que tal vez éste no sea el mejor momento para recordarle a don Manuel Fraga las páginas más oscuras de su pasado: ya se han encargado de ello los columnistas progres, mientras los carcas, igualmente fieles a sí mismos, le ensalzaban convenientemente. Pero no es menos cierto que a Fraga se la tengo guardada desde finales de los años 60 por un motivo tal vez frívolo, pero que, a la tierna edad de 12 años, me convirtió en antifranquista: la prohibición en España por parte del Ministerio de Información y Turismo, que dirigía con mano de hierro en guante de seda don Manuel, de los cómics de Batman y de la serie de televisión consagrada a sus andanzas.
Nunca he entendido por qué don Manuel le tenía tanta manía al pobre Bruce Wayne, y lo único que trascendió de tan insólita censura era que el régimen no simpatizaba con los personajes de carácter demiúrgico, tal vez porque para semidioses con Franco ya íbamos que chutábamos. A mí esas medidas absurdas me jorobaron, francamente, pues a pesar de no ser especialmente devoto de los superhéroes, Batman siempre me había caído bien. Una portada de Triunfo en la que se veía al actor Adam West junto a su batcóptero (en el interior, un reportaje explicaba cómo arrasaba la serie de Batman en la televisión norteamericana) me permitió intuir lo que me estaba perdiendo por culpa de don Manuel. Y a partir de ese momento, sin tebeos y sin serie, encontré una oblicua manera de practicar la disidencia infantil profesando una admiración sin tasa hacia el vigilante de Gotham City... ¡hasta el punto de que adquirí en El bazar del póster del pasaje Arcadia un ídem de Batman que colgué en la pared del dormitorio que compartía con mi hermano mayor!
Cuando la serie se emitió más de 20 años después en TV-3, recordé nuevamente con rencor a Fraga, el hombre que me había amargado la infancia. Volví a pensar en él en el verano de 1989, cuando se estrenó la excelente versión cinematográfica de las andanzas del héroe enmascarado a cargo de Tim Burton. Cuando Joel Schumacher se cargó la serie con sus dos penosas películas al respecto, pensé inmediatamente que ese individuo (¡el responsable de ponerle pezones al disfraz de Batman!) merecía ser internado en un campo de reorientación de homosexuales dirigido por... ¡Manuel Fraga!
El estreno de Batman begins, la más reciente (aunque lamentable: una hora tarda el héroe en ponerse el disfraz y lanzarse a repartir estopa) aproximación al personaje creado por Bob Kane en 1939 ha coincidido prácticamente con el abandono de don Manuel de ese sillón de la Xunta que llevaba siglos calentando. Y eso me ha llevado a la conclusión de que Batman ha ganado esa batalla contra Fraga que se inició a finales de los años 60 del pasado siglo. Este detalle, todo lo frívolo que ustedes quieran, me llena de satisfacción: Batman es eterno; Fraga, no.
Dentro de muchos años, cuando nadie se acuerde de don Manuel, Batman seguirá subido a una gárgola de Gotham City protegiendo a los ciudadanos de las amenazas del Joker, del Pingüino o de Catwoman. ¿Verdad que todos queremos a don Quijote de la Mancha, pero no tenemos la menor idea de quién era el alcalde de Madrid en la época en que Cervantes redactaba sus aventuras?
Puede que Fraga saliera de las aguas de Palomares convertido en una versión gallega del Increible Hulk, pero eso no le ha permitido ganarle la batalla al inmortal Batman.
Ramón de España
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pipodols
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