
- La verdad del sufrimiento: hay sufrimiento en el nacimiento, en la enfermedad, en la vejez y en la muerte. Hay sufrimiento en atraer lo que nos gusta y en alejar lo que no nos gusta y en nuestras emociones, en la forma en que percibimos las cosas, en nuestro pensamiento, es decir, en todos los componentes de lo que se conoce como yo o ego. Esta verdad es bastante obvia para la mayoría de nosotros que si de manera sincera y honesta examinamos nuestra experiencia veremos que la experiencia del sufrimiento así entendida, es casi una constante en nuestra vida.
- La verdad de la causa del sufrimiento: el sufrimiento tiene una causa última que es nuestro deseo constante de adquirir cosas, encontrar personas, comprar objetos, cambiar de pareja, etc ...
Ni siquiera podemos mantener nuestros pensamientos y nuestras emociones quietos: van de un lado a otro sin descanso. Es esta sensación de insatisfacción lo que marca nuestra existencia humana. A su vez, si analizamos cuidadosamente esta situación, nos damos cuenta que su trasfondo es el deseo perenne de satisfacer, siempre y en primer lugar, las demandas de nuestro yo, al que consideramos más importante que al resto del mundo. Lo curioso de este predicamento es que estamos tratando de alimentar y mantener algo que no es más que una ilusión o un error de percepción, ya que lo que llamamos nuestro yo, y en torno al cual construimos todo un culto (el egocentrismo, el egoísmo), no tiene en realidad ninguna solidez, ninguna continuidad, no es existente en sí mismo. Lo que llamamos el ego o yo no es más que una serie de procesos o experiencias (tales como la percepción, las emociones, los pensamientos, etc.) que aparecen en el espacio, permanecen un tiempo en él y luego se disuelven allí mismo.
Miriam Cotes
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