"El exceso de consumo es un fardo que pesa"
El pope del minimalismo antepone el interés espiritual al puramente material
Halifax (Inglaterra), 1949
El favorito de Calvin Klein
Visitó Barcelona invitado por BCD
John Pawson es el inventor del estilo minimal. Ya saben, despojar y desnudar hasta encontrar lo esencial. Lo ha puesto en práctica en las tiendas de Calvin Klein en Nueva York y en el monasterio cisterciense de Novy Dvur, en la República Checa. Un dato: cuando los monjes acudieron a él le expresaron su temor de que fuera demasiado austero para ellos.
--¿No tiene usted sofá en casa?
--No tenía, no, pero mi esposa solía golpearme en la cabeza hasta que tuvimos uno. Eso sí, lo diseñé yo.
--El minimalismo es descartar lo superfluo. ¿Qué es superfluo?
--Yo sólo sugiero que tener menos cosas puede hacer la vida más fácil. Pero no soy un santo, tengo demasiadas cosas... Cada vez más.
--Vivimos con unos 7.000 objetos. ¿Cuántos deberíamos tirar?
--A los primeros monjes budistas les estaba permitido tener ocho objetos, pero con esa cantidad no podían vivir, así que pasaron a 16. Los victorianos tenían unos 300 objetos y ahora tenemos unos 7.000. Necesitamos pocos para ser felices.
--¿Qué necesita usted para serlo?
--Estoy convencido de que no precisamos cosas materiales, sino ciertos intereses espirituales o culturales. Alguien a quien amar, una familia y amigos, pero también necesitamos algún tipo de interés vocacional o alguna creencia en algo.
--Menos es más... ¿libertad?
--Probablemente. Pero los seres humanos somos contradictorios. Somos nómadas y sedentarios. Y acumulamos cosas que luego tiramos.
--Así es la sociedad de consumo.
--Sí. Pero el exceso de consumo es un fardo que pesa. También a mí me seducen los artilugios electrónicos, que irónicamente te hacen la vida más fácil pero te obligan a trabajar más para poder comprarlos.
--¿La simplicidad tiene que ver con el pensamiento y la reflexión?
--La simplicidad tiene una dimensión moral que incluye el desapego a los bienes materiales. Lo importante es desarrollar la simplicidad y la serenidad interiormente.
--¿Aprendió eso en Japón?
--No. Todo empezó en Yorkshire, donde nací. Mis padres eran metodistas y acudían a una iglesia situada en una colina pelada. No se cantaba y no había ornamentación. En Halifax, un centro de la revolución industrial, se construían edificios industriales simples. Todo tenía ese clima ético. Ser minimalista es una manera de recuperar mi infancia.
--Y Tokio no hace más que reforzar esa primera huella.
--No. Yo reconozco en los japoneses algunos de mis rasgos personales. Ellos son muy obsesivos. Si les gusta la ópera, visitan todas las salas de ópera de Europa y, a la vuelta, abren una cafetería operística con tres asientos y unos altavoces que son más grandes que el restaurante. Me gustan las cosas absolutas.
--¿Como aspirar a la desaparición del objeto?
--No quiero que todo el mundo sea como yo, pero no puedo comprender por qué la gente quiere cosas y las quiere tener todas a su alrededor. No comprendo que se le otorgue alma a un objeto inanimado.
--Quizá sea horror al vacío.
--Las reacciones humanas son muy interesantes. Hay gente a la que le dan miedo las catedrales y los monasterios. Y quizá sea bueno que tengan esa idea, ¿no?
--¿Para quién es apropiado el minimalismo arquitectónico?
--Para empezar, cuesta encontrar un arquitecto que admita ser minimalista...
--¿...?
--Yo no soy minimalista, soy un esencialista o algo así.
--¿O algo así?
--Literalmente, minimalismo es el estado de un objeto cuando ya no puedes quitar nada sin echarlo a perder. La cosa no va de paredes blancas o de ausencia de objetos. En arquitectura, lo importante es acercarse al espacio preguntándose constantemente: "¿Es necesario? ¿Es esencial?"
--Oiga, ¿qué tienen en común un monje trapense y Calvin Klein?
--Bueno, hay gente que dice que en la tienda de Calvin Klein Madison se siente como en una iglesia...
--Allí el pecado se paga con Visa.
--(Ríe) Los monjes hacen un voto de pobreza y la tienda es un templo de consumo, claro. Pero ambos me obligaban a utilizar el material, la luz y la proporción para crear lugares especiales donde sentirse bien o donde acercarse a Dios.
--¿Nunca fantasea con espacios cargados de volutas y pan de oro?
--Me gusta el barroco, Gaudí, todo lo que sea bueno y especial. En realidad, debo de estar haciéndome viejo, porque acumulo demasiadas cosas. ¡Tengo que volver a empezar!
NÚRIA Navarro - ELPERIÓDICO
Enviado por
pipodols
a las
01:00
|
7
Comentarios | Enlace
|