En una playa lejana
de arena dorada y fina,
se encontraba un pescador
recostado en su barquilla.
Y un señor acaudalado,
que paseaba por la orilla,
se acercó y le preguntó:
por qué no estaba pescando
con el buen tiempo que hacía.
El pescador le miró
de soslayo y contestó:
Ya estuve pescando un rato
a la salida del sol,
y gané lo suficiente
para comer hoy.
Entonces -para tentarlo-
el rico le sugirió:
Si pescaras todo el día,
podrías tener un barco
además de esa barquilla.
Y si pescas día y noche,
con el tiempo reunirías
otro y otro y otro barco
y al final... una flotilla.
Y cuando fuera tan rico,
dígame señor, ¿qué haría?
le preguntó el pescador
mientras llenaba su pipa.
Y el otro le respondió:
Entonces descansarías.
¿Y qué estoy haciendo yo?
replicó con ironía
aquel feliz pescador
recostado en su barquilla.
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pipodols
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