Los espasmos de un pez moribundo en la cubierta de un barco ( Nicholas Negroponte )
En este mundo cuando los sueños dejan de ser sueños y se convierten en realidades siempre hay alguien que te pide peaje por tan ansiada transición. El sueño al que me refiero es la posibilidad de acceso ilimitado a la cultura que vemos en las clases altas y que la economía sistemáticamente nos prohibe.
Yo, lo confieso, en mi adolescencia tuve pensamientos impuros cada vez que pasaba por delante de un escaparate de El Corte Inglés y veía reluciente la última película de mi actor favorito o el último libro de Eduardo Galeano. Me imaginaba, lascivamente, con ese libro entre mis manos saboreándolo en las más insólitas posturas. Cuando entraba en la tienda y miraba el precio del libro me daba cuenta de que yo no necesitaba anuncios de televisión que me concienciaran de lo saludable que es para el alma la lectura, yo lo que necesitaba eran 2.500 pesetas. Si en aquellos tiempos me lo hubiesen dicho no lo habría creído. Ahora puedo no solo tener "El Libro de los Abrazos" en un santiamén sino que podría bajarme más de 50 mp3 con la voz del bueno de Eduardo leyéndolo para mí.
Yo no conocía a John Coltrane hasta que internet irrumpió en mi vida y tengo que reconocer que aunque siempre he sido aficionado al cine de terror no tenía ni idea de lo que éste era hasta que he accedido al cine asiático donde de verdad saben hacerlo. Noam Chomsky no me sonaba de nada hasta que vi un documental sobre él bajado de la red llamado "manufacturing consent". En resumen podría decirse que si todo este sueño no existiera yo ahora estaría cantando "papichulo" mientras veo "Salsa Rosa" y mi máximo líder intelectual sería Pocholo.
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David Bravo Bueno.
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